Proverbios 31:20
“Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.”
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Mateo 9:9-13
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
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Hasta ahora hemos visto a esta mujer virtuosa de Proverbios 31 como una mujer ocupada, que se esfuerza, que trabaja duro. La hemos visto en acción pura y dura, haciendo de todo y haciéndolo bien.
Hoy comenzamos con la mirada a su carácter. Y el primer rasgo que se destaca de ella es que tiene un gran corazón y que muestra misericordia.
Esta mujer virtuosa no se queda encerrada en las cuatro paredes de su casa, sino que veía la necesidad a su alrededor y la suplía. De hecho, usaba sus ingresos para ayudar a otros, en el espíritu de lo que dice Efesios 4:28 -
“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.”
Esta mujer virtuosa sabía que es un privilegio que Dios nos use en la vida de otros que tienen necesidad. Cuando damos a otros algo de lo mucho con lo que Dios nos ha bendecido y aliviamos de alguna forma la carga de otra persona, se manifiesta a plenitud el amor de Dios y el principio cristiano de que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35).
No muchas personas toman el tiempo y el esfuerzo de ponerse en los zapatos de otro y tener empatía con sus luchas, sus padecimientos, su necesidad. Y eso es un error y una mala administración de la gracia que hemos recibido.
Ezequiel 16:49
He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.
Sin embargo, una mujer virtuosa es aquella que nota lo que la persona al lado necesita y busca de manera intencional ser aquella que supla esa necesidad. Una mujer virtuosa tiene su corazón vuelto al Señor, dedicado a Él y llevando fruto en abundancia. Es una mujer que quiere agradar al Señor y eso se manifiesta en su vida y en su relación con otros. Una mujer virtuosa usa sus manos para beneficiar a su familia y a su hogar, pero también extiende su mano al pobre y al que está en necesidad.
Para pensar: Este mundo actual en el que vivimos puede ser muy duro, frío e insolidario. Algo que he comprobado con los años es que la gente que menos tiene es la gente a la que menos le cuesta dar y compartir, tal vez porque saben lo que es tener necesidad. Incluso muchos creyentes se han vuelto insensibles y duros ante las necesidades físicas, emocionales y espirituales de otros.
Pero Dios quiere que seamos, como hijas suyas, reflejo de Su amor, de Su compasión y de Su sensibilidad hacia otras personas. ¿Consideras un privilegio que Dios te use para bendecir a otros? ¿Abres tu corazón a aquellas personas a tu alrededor que están en necesidad? ¿O tu corazón se cierra y se enfría y volteas a otro lado? ¿De qué manera Dios está hablando a tu vida con los versículos de hoy?
Dios, cuanto tengo que aprender
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