jueves, 5 de noviembre de 2015

Cuatro pasos hacia la victoria


Mujer eres Bella

Una persona herida no puede recibir sanidad emocional mientras mantenga el enojo. Dios nos manda que perdonemos libremente, pues libremente hemos sido perdonados. “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). En esta vida debemos estar dispuestos a ser muy generosos con el perdón. Es una de las cosas que normalmente debemos repartir, al menos hasta cierto grado, cada día.
Puede que usted escoja perdonar y, sin embargo, descubrir que sus sentimientos hacia la persona que le hizo daño siguen siendo bastante poco perdonadores. El perdón es una elección que usted hace, y debe trabajar con sinceridad hacia esa meta; pero entienda que puede que lleve tiempo, y eso está bien. Si hacemos lo que podemos hacer, Dios hará lo que nosotros no podemos hacer. No podemos hacer que desaparezcan los malos sentimientos ni tampoco podemos hacer que aparezcan los buenos, pero Dios sí que puede y lo hará. Si nosotros sencillamente hacemos lo que la Escritura nos manda que hagamos, seremos capaces de tratar el proceso del perdón. Lo primero que debemos hacer es perdonar a quienes nos hayan herido, y lo segundo es orar por ellos tal como Dios nos ha dicho que hagamos. Otra cosa que Dios nos dice que hagamos es bendecir a nuestros enemigos, así que eso es lo tercero. Bendecir a alguien significa hablar bien de él o ella y querer cosas buenas para ellos. No siga hablando de lo que sus enemigos hicieron para herirle; eso solamente hace que el dolor siga vivo en usted.
También creo que podemos, y debiéramos, bendecir a nuestros enemigos de maneras prácticas cuando sea apropiado. En una ocasión, Dios me guio a enviar obsequios a alguien que había estado hablando mal de mí. En el momento en que lo hice, sentí una liberación de la herida y el gozo llenó mi alma. No le envié a esa persona un obsequio porque pensase que ese individuo se lo merecía; lo hice porque Dios bendice a quienes no lo merecen, y yo quería ser semejante a Él.
La cuarta cosa que debemos hacer es esperar: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). No se dé por vencido. Siga haciendo lo correcto, y espere en Dios para que Él cambie sus sentimientos.
Yo he aplicado esos cuatro principios en mi vida y he visto la victoria sobre los sentimientos adversos cada vez.
Nuestros problemas no son realmente lo que nos derrota; es nuestro enojo y respuesta vengativa a ellos. Responder a la ofensa con perdón es un nuevo camino. Al igual que con la mayoría de las cosas nuevas, al principio no se siente uno cómodo o bien. Por eso debemos escoger proseguir y dejar atrás el dolor de la ira. Aprender a actuar según la Palabra de Dios en lugar de reaccionar a viejos sentimientos es un nuevo camino.
(JM adaptado)

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