PRINCIPIO DE VIDA 7
Los momentos sombríos durarán solo el tiempo necesario para que Dios lleve a cabo su propósito en nosotros.
Dios permite la adversidad para moldearnos y formarnos.
1 Samuel 30.1–6
Si quiere lo mejor de Dios para su vida y desea ser usado por Él, en algún punto tendrá que recorrer el camino de la adversidad. Esto significa que Dios puede y está dispuesto a usar la adversidad en su vida para un buen propósito. Es triste que muchos vean la adversidad como algo negativo y derrotista. ¡Usted no tiene que ser uno de ellos!
Dios ha designado que la adversidad, sin importar cuál sea su fuente, se convierta en un punto decisivo que le permite a usted dar sus saltos más grandes en el crecimiento espiritual. Él permite que la adversidad permanezca en su vida únicamente hasta que cumpla su propósito en usted. No dejará que haga estragos ni se quede un segundo más de lo necesario.
La adversidad también nos muestra la condición de nuestra fe. ¿Dudamos de Dios? O ¿le agradecemos su fidelidad durante los tiempos difíciles y desgarradores? ¿Confiamos que Él nunca nos dejará ni nos desamparará? La adversidad es el medidor más preciso de nuestra fe porque revela nuestro nivel de resistencia. Ninguno de nosotros sabe cuánta dificultad puede soportar hasta que somos sometidos a prueba.Algunas personas se dejan arrasar por las pruebas, mientras otras aprenden a mantenerse confiados en la fidelidad de Dios. Ellos tienen un sentido imperativo de estabilidad y fortaleza inamovible. Pueden soportar las tormentas, mantener la cabeza en alto, mostrarse confiados, mantener el denuedo y no desanimarse ante cualquier obstáculo que se presente. Sienten certeza absoluta de que Dios va a ayudarles a pasar la prueba del dolor y llegar al otro lado sanos, salvos y más gozosos y maduros que antes.
Ahora mismo, en la situación en que esté, recuerde esto: Dios ha fijado un límite a toda adversidad. Por cuanto usted es un hijo de Dios, el Espíritu Santo mora en su interior y sabe cuánto puede usted soportar. El salmista dijo: «Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová» (Sal 34.19). Además: «Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo» (Sal 103.13, 14).
Dios permite la adversidad para moldearnos y formarnos.
Si aprendemos y maduramos en medio de grandes adversidades, Dios se complace porque ve que su propósito se está cumpliendo en nosotros. Estamos creciendo espiritualmente, nos volvemos más fuertes en áreas de debilidad, y somos conformados cada vez más a la semejanza de Cristo. ¡Dios se deleita cuando reaccionamos bien a la adversidad!
Podemos aprender estos tres principios al enfrentar la adversidad:
- La adversidad es el instrumento predilecto de Dios para desarrollar un carácter piadoso, espiritual en nuestras vidas. Hasta que hayamos experimentado angustia, desilusión y dolor, no estaremos correctamente equipados para el servicio (2 Co 1.3–7). Él usa la adversidad para moldearnos y formarnos; nunca la permite sin un propósito.
- La adversidad por lo general ocurre en áreas donde nos sentimos más confiados. Dios quiere que nos quitemos la idea de que somos suficientes por nosotros mismos. Él nos creó para una relación de amor e intimidad con Él, y utiliza la adversidad para recordarnos que dependemos de Él para la vida misma.
- El propósito principal de Dios es conformarnos a la imagen de Jesús. A través de la adversidad, Dios desarrolla en nosotros el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gá 5.22, 23).
Dios también logra varias metas en nuestra vida al permitir el sufrimiento y el dolor. La adversidad…
- nos llama la atención.
- revela nuestros puntos débiles y fuertes.
- aumenta nuestra aversión al pecado.
- demuestra la fidelidad de Dios.
- fortalece nuestra fe.
- nos quita el orgullo y el egocentrismo.
- nos prepara para servir en el futuro.
- nos capacita para consolar a otros que la enfrentan.
A través de la adversidad, Dios le moldea hasta convertirle en un siervo maduro y eficaz. Si usted conoce a Cristo como su Salvador, Dios le ve como un santo que a veces lucha y otras veces cae, pero que ha sido justificado, redimido, perdonado y reconciliado con Él. Dios ve en usted una persona llena de su amor incondicional, lleno de su presencia, sellado por el Espíritu Santo de la promesa, y cuyo nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero. También ve todo su potencial, todo el bien que podría realizar para su reino. Por eso tenga ánimo, la adversidad no será algo permanente en su vida. Pero cuando esté presente, puede ser muy edificante si usted se dispone a confiar en Dios. Por lo tanto, aunque le toque pasar por algunos momentos sombríos, tenga la certeza de que Él alumbrará su camino y lo llevará a la luz. Y cuando lo haga, usted sabrá que todo valió la pena.
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