miércoles, 9 de diciembre de 2015

Rey Asa

Foto de Abrazadas por Su Gracia.

HAS CAMBIADO TU FE EN DIOS, POR LA CONFIANZA EN TÍ MISMA?

Hoy, hay una gran apostasía de la fe y la confianza en Dios. Pablo advirtió sobre ello: “Nadie os engañe en ninguna manera, porque [el regreso de Cristo] no vendrá sin que antes venga la apostasía” 2 Tesalonicenses 2:3.

En el Antiguo Testamento, el Señor nos da un ejemplo de lo que les sucede a los que se apartan de la fe en el poder de Dios en favor de ellos. En 2 Crónicas 14, el rey Asa enfrentó un ejército de un millón de etíopes. Pero el rey tenia gran fe: “Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios” 2 Crónicas 14:11.

¿Qué sucedió entonces? “Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa” (14:12). ¡Qué gran fe tuvo Asa! Durante años después, “Y no hubo más guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa” (15:19). Por años, Asa caminó en fe delante del Señor y eso trajo el favor de Dios sobre Judá. Una gran paz cayó sobre la tierra y esa paz se convirtió en un testimonio ante el mundo. Pronto, las personas hambrientas de las naciones vecinas inundaron Judá, porque ellos sabían que Asa caminaba con Dios.

Entonces, en el año treinta y seis de su reinado, Asa enfrentó otra crisis. El rey de Israel se levantó contra Judá, capturando a Rama en un esfuerzo por cortar todo comercio entre ellos y Jerusalén. El plan era hacer pasar hambre a Judá hasta que se sometiera. Asa quedó completamente vulnerable, pero esta vez él no confió en el Señor en su crisis. En vez de orar a Dios por dirección y consejo, se volvió al rey de Siria. A cambio de la ayuda de Siria, Asa abrió los tesoros de Israel, vaciándolos de todo el oro y la plata de la nación.

Y así Judá fue librado de su enemigo, pero no por el Señor. Esa gloria fue a un ejército extranjero de Siria y el testimonio del poder de Dios de Judá al mundo se había ido. Un profeta justo en la tierra vino a Asa con esta mordaz palabra: “Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios…Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti” (16:7, 9).
Estoy convencido de que muchos cristianos hoy en día están angustiados por la misma razón que Asa lo estaba.

< Tienen guerra en sus almas porque cambiaron la fe, por confianza en ellos mismos. Pero el hecho es que no hay forma que un seguidor de Jesús pueda tener fe en cualquier otra fuente y no estar angustiado.>


Por DAVID WILKERSON

martes, 8 de diciembre de 2015

Lee la Biblia

“SI VOSOTROS PERMANECÉIS EN MI PALABRA, SERÉIS VERDADERAMENTE MIS DISCÍPULOS…” (Juan 8:31b)

No puedes ser un discípulo de Jesús sin leer [y practicar] la Palabra de Dios regularmente. Jesús dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos…” (Juan 8:31). La palabra permanecer significa“vivir diariamente bajo sus principios”. Cuentan una historia de un hombre que fue a recoger a su esposa después del culto: “¿Se ha terminado el sermón?”, preguntó a la gente. Un miembro entusiasta le contestó: “No, acaba de empezar; ¡el resto depende de nosotros!”.
El denominador común de todos los grandes hombres y mujeres de Dios a lo largo de la historia es que eran disciplinados a la hora de pasar tiempo con el Señor leyendo su Palabra. ¿Qué fue que hizo que George Müller tuviera tanto éxito? Durante su vida leyó la Biblia más de doscientos veces, y más de la mitad de rodillas, orando sobre la Palabra mientras la estaba estudiando. Cuando conoces a Dios así de bien, oras específicamente y obtienes respuestas específicas. Muchos de nosotros que decimos que creemos en la Biblia de principio a fin, nunca la hemos leído de principio a fin... Somos más fieles a las páginas de economía o de deporte del periódico que a la Palabra de Dios… Las personas que no son creyentes de verdad, no saldrían de su casa por la mañana sin haber leído el horóscopo. Imagínate lo que ocurriría si tú te comprometieras a leer la Biblia con el mismo vigor antes de ir a trabajar, ir a la escuela o a donde sea. Esto cambiaría tu vida e impactaría a los que te rodean. Así que, ¡lee la Biblia!

“PERSISTE… EN… LAS SAGRADAS ESCRITURAS, LAS CUÁLES TE PUEDEN HACER SABIO…” (2 Timoteo 3:14,15b)

¿Por qué no leemos más la Palabra de Dios? Hay tres razones:

(1) No sabemos cómo hacerlo.

Escuchamos al pastor dar un gran sermón y pensamos: ¿Por qué no me fijé en eso?. Porque los pastores pasan horas orando y estudiando las Escrituras y nosotros no.

(2) No estamos motivados.

Y es porque no hemos experimentado el gozo que viene de descubrir personalmente las grandes verdades de la Palabra de Dios; nos contentamos con conseguir lo que necesitamos a través de otra persona en vez de por nosotros mismos. Entiende esto: si alguna vez te tomas en serio estudiar la Biblia por ti mismo, nunca te quedarás totalmente satisfecho con un conocimiento de las Escrituras de segunda mano. Un día, el Dr. Paul Lyttle comparó el estudio personal de la Biblia con comer cacahuetes: “Una vez que empiezas, ¡te enganchas! Cuando descubres lo bien que “sabe” el estudio de la Biblia, te encontrarás volviendo a por más y más. Sí, ¡el estudio personal de la Biblia puede crear dependencia!”.

(3) Somos vagos.

El estudio de la Biblia es un trabajo muy duro: no hay atajos y requiere tiempo, esfuerzo, concentración, persistencia, y muchas de sus grandes verdades no están en la “superficie”; hay que escarbar para encontrarlas. El Dr. Howard Hendricks describió tres etapas en el estudio de la Biblia:
(a) La etapa del “aceite de ricino” La estudiamos porque sabemos que es bueno para nosotros pero no nos gusta demasiado.
(b) la etapa de los “cereales” “nuestro estudio de la Biblia es “seco” y poco interesante/aburrido pero sabemos que es nutritivo.
(c) la etapa de las “fresas con nata” realmente estamos deleitándonos en la Palabra de Dios. ¿Moraleja? …persiste… en… las sagradas escrituras, las cuáles te pueden hacer sabio… (2 Timoteo 3:14,15b).

“…ESCUDRIÑANDO CADA DÍA LAS ESCRITURAS…” (Hechos 17:11b)

Debes “convivir” con un versículo de la Biblia hasta que eche raíces en tu interior y comience a “crecer”. Las mariposas cubren más terreno que las abejas, pero éstas producen miel; a veces tienes que seguir dándole vueltas a un versículo en particular hasta que le extraes la “miel”. Puede que Dios trabaje en algún área de tu vida durante varias semanas, o incluso meses. Hace falta mucho tiempo para cambiar los rasgos arraigados de tu carácter; los nuevos hábitos y modos de pensar no se forman en un día. Tenemos que ser conscientes de ello y dejar que el Señor refuerce esa nueva verdad en nuestras vidas. No te engañes pensando que porque hayas leído cierta veracidad sobre algo, que eso te va a producir un cambio inmediato; en primer lugar debe ser aplicado, y eso lleva mucho tiempo.
Rick Warren escribió: “En cierta ocasión tuve que realizar un programa acerca de la cualidad de la sensibilidad. Me llevó varios meses para que Dios la hiciera real en mi vida, porque necesitaba ver cómo esa cualidad se relacionaba con todas las demás áreas de mi vida. Continuamente, Él me estuvo poniendo en situaciones en las que yo era tentado a reaccionar justo al revés, es decir, a ser insensible, y es posible que Él haga lo mismo contigo. Tal vez, el Señor te enseñe a amar a los demás colocándote en medio de personas desagradables. Quizás aprendas a tener paciencia mientras te sientas irritable o que aprendas a tener paz en medio del caos. Entonces descubrirás cómo tener gozo incluso en tiempos de mucha tristeza y prueba. Has de darte cuenta de que cuando Dios quiere formar una cualidad positiva en tu vida, Él tiene que permitir que te enfrentes a situaciones en las que debas decidir hacer lo correcto en vez de seguir tu inclinación natural”. El verdadero test es: “Si aplico este versículo a mi situación, ¿cómo me va a ayudar a parecerme más a Jesús?”.

El Poder De La Pasión Según La Biblia

“…DE NINGUNA COSA HAGO CASO NI ESTIMO PRECIOSA MI VIDA PARA MÍ MISMO, CON TAL QUE ACABE MI CARRERA…” (Hechos 20:24)

Pablo encontró el propósito de Dios para su vida, y de ahí surgió su pasión impresionante. Fíjate:

(a) La pasión te da vigor.

Una persona apasionada con pocas aptitudes supera a otra con muchas, porque alguien que es apasionado actúa con un entusiasmo ilimitado.

(b) La pasión supera al miedo.

¿Qué hace que las personas asuman riesgos, hagan más de la cuenta y realicen lo que sea para alcanzar sus objetivos? La pasión. Mientras haya pasión, no importa cuántas veces fracasen o si otros están en su contra; no se detienen hasta que triunfan.

(c) La pasión te motiva hasta que encuentres lo que estés buscando.

Respecto a la sabiduría, Salomón escribió que si la buscas como si fuera plata y la examinas como a un tesoro, la hallarás (cfr. Proverbios 2:4-5). Hay una historia acerca de Sócrates y un joven muy orgulloso que le preguntó: “Oh, gran Sócrates, he venido a usted para aumentar mis conocimientos”. Sócrates le llevó a la orilla del mar y se metieron en el agua hasta que les llegaba a la cintura. “Dime otra vez lo que quieres”, dijo, y él le respondió: “Conocimiento”. Sócrates lo metió debajo del agua manteniéndolo así durante treinta segundos. Y ahora, ¿qué es lo que quieres?. El joven farfulló: “Conocimiento, oh gran Sócrates”. Nuevamente, el filósofo le empujó la cabeza debajo del agua. Al soltarle otra vez, le preguntó: ¿Qué es lo que quieres?.“Conocimiento, oh sabio y…” consiguió proferir antes de que Sócrates lo hundiera de nuevo, esta vez incluso durante más tiempo. ¿Qué quieres?, repitió Sócrates. El joven tosió y jadeó. ¡Aire!, gritó, ¡Quiero aire!.
Sócrates le contestó: “Cuando desees el conocimiento tanto como al aire, lo conseguirás”, y el anciano volvió a la playa. Moraleja: ¡sé apasionado!

“…QUE AVIVES EL FUEGO DEL DON DE DIOS QUE ESTÁ EN TI…” (2 Timoteo 1:6)

Las claves para una vida de éxito son el saber quién eres (tu llamado) y lo que se supone que debes hacer (tu destino). Sin estas dos cosas, eres como un pulpo sobre patines: hay mucho movimiento sin que tengas una dirección definida. Otra clave es tener el combustible espiritual y emocional para lograr llegar. Hay dos tipos de personas:

(1) Los de poco “fuego”.

Cuando no te gusta lo que haces, te vuelves como Eduardo, cuya abuela era una amante de la ópera. Cuando él cumplió ocho años, ella le llevó a una obra de Wagner, en alemán. Al día siguiente, Eduardo le escribió una nota que decía: “Querida abuelita, gracias por el regalo de cumpleaños. Era lo que siempre había querido, pero no del todo. Con cariño, Eduardo”. Es muy difícil realizar algo cuando no tienes muchas ganas de hacerlo. Este viejo dicho es muy cierto: “Encuentra algo que te guste hacer tanto que lo harías gratis con mucho gusto, y si aprendes a hacerlo bien, algún día, la gente querrá pagarte para que lo hagas”.

(2) Los sin “fuego”.

Algunos dicen que se sienten quemados. La verdad es que, para empezar, muchos de ellos nunca “se encendieron”. Norman Cousins dijo: “La muerte no es la mayor pérdida en la vida, es lo que muere en nuestro interior mientras vivamos”. Si no tienes cuidado, podrías acabar como el hombre cuya lápida decía: “Murió a los treinta años de edad, y fue enterrado a los sesenta”. No dejes que eso te pase a ti. Cuando encuentres el propósito de Dios para tu vida, la pasión vendrá incluida. ¿Vas a tener que avivar esa “llama”? Sí, y con mucho frecuencia. Pero ella te dará mucha energía y te llevará a tu destino

…EN LOS NEGOCIOS DE MI PADRE ME ES NECESARIO ESTAR…” (Lucas 2:49b)

Examina la vida de Cristo. Cuando tenía doce años, les dijo a sus padres:“…en los negocios de mi Padre Me es necesario estar…” (Lucas 2:49).Más tarde anunció a sus discípulos:
“…en los negocios de mi Padre me es necesario estar…” (Lucas 2:49b). Observa las palabras “…es necesario….” Jesús sabía a qué estaba llamado a hacer y se negó a permitir que algo se le interpusiera en el camino. Cuando fijas la prioridad de tu vida en la pasión que Dios te ha dado, te arriesgas a ser malinterpretado y criticado por aquéllos que no te comprenden o son guiados por otras prioridades. Pero pregúntate a ti mismo:

¿Prefiero vivir con el dolor del riesgo, o con el del remordimiento?.

El Dr. John Maxwell escribió: “A principios de los años setenta, me di cuenta de que mis dones se verían maximizados ymi potencial realizado sólo si era capaz de aunar la pasión con las prioridades. Gastaba demasiado tiempo haciendo cosas para las cuáles carecía de talento y de pasión. Era necesario hacer cambios y lograr un cambio para alinear mis talentos naturales con mis actuaciones. Esto supuso una gran diferencia en mi vida. No eliminó los problemas ni disipó los obstáculos, pero me capacitó para enfrentarlos con mayor energía y entusiasmo.
Durante más de treinta años, me he esforzado para mantener esa conjunción de pasión y prioridades. Y mientras lo hacía, para no desviarme, pensé en las siguientes palabras: Hay muchas cosas que atraen mi atención, pero sólo unas pocas que prenderán mi corazón, y ésas son las que pienso conseguir”. Si tus prioridades no están alineadas con tu pasión, empieza a hacer algunos cambios ahora mismo.

“…HABÍA EN MI CORAZÓN COMO UN FUEGO ARDIENTE…” (Jeremías 20:9b)

Si alguna vez has preparado un fuego, sabrás que su tendencia es a apagarse; por eso, debes alimentarlo y protegerlo, y en tu propia vida no todo el mundo te va a ayudar a conseguirlo. Hay dos tipos de personas que te vas a encontrar en tu vida:“encendedores” y “extintores” de fuegos. El primer grupo te inspirará, te animará y hará un esfuerzo extraordinario para ayudarte. El segundo grupo “te arrojará agua fría”¿Cómo puedes distinguir entre los dos? Los “extintores” usan frases del tipo: “Se sale del presupuesto… eso no es práctico… ya lo hemos probado antes y no funcionó… si no está roto, no lo arregles… ¿quién va a hacer todo el trabajo extra?... no tenemos la experiencia, ni el talento, ni la formación suficiente” etc.,¿quién te crees que eres?. Si has escuchado una o varias de estas excusas procedentes de los que te rodean, ora por ellos, ámalos, pero no te dejes influenciar por ellos. Los “extintores” se centran en lo malo en vez de en lo que está bien; buscan “nubarrones” en cada perspectiva esperanzadora… Dudan, se resisten a cualquier cambio y te impiden llegar más lejos intentando apagar el “fuego” de tu pasión. Algunas veces, lo hacen deliberadamente, otras, de forma inconsciente, así que, ten mucho cuidado con ellos. En lugar de eso, pasa más tiempo con los“encendedores”, quienes te ven, no como eres, sino como puedes llegar a ser. Son los que alimentarán tu fe y encenderán tu pasión.
Se estima que hay más de doscientos millones de creyentes en China hoy en día. Uno de los “encendedores” que contribuyó a esto fue Hudson Taylor. Y él es el mismo hombre que dijo: “Durante cuarenta años, el sol no ha salido en China ni un solo día sin encontrarme de rodillas”. ¡Esto es ser apasionado!

El Tiempo A Solas Con Dios

“BUSCAD PRIMERO EL REINO DE DIOS…” (Mateo 6:33)

Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). ¿De qué “cosas” estaba hablando?Cosas como dinero, viviendas, amistades, salud y trabajo. ¿Qué quiso decir con “el reino de Dios”? Vivir bajo el gobierno de Cristo cada momento y someterse a Su voluntad en todas las áreas. Cuando Jesús usó la palabra “buscad”, estaba pidiéndonos tres cosas:

1) Intencionalidad.

Cuando pierdes algo importante, tienes que dejar otras cosas de lado y buscarlo hasta que lo encuentres.

2) Importancia.

La posición, la prosperidad, la popularidad y los logros son buenos si se usan adecuadamente. Pero sin el gobierno de Cristo en tu vida, siempre serás vulnerable al enemigo.

3) Insistencia.

No importa el tiempo que se tarde, lo duro que tengas que trabajar o lo que tengas que cambiar, recupera tu tiempo a solas con Dios y concédele el lugar que se merece.
El salmista escribió: “Mi corazón ha dicho de ti: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor” (Salmos 27:8). A este tiempo se le ha llamado de varias maneras a lo largo de la historia de la Iglesia: vigilia de la mañana, devocional diario, cita con Dios, o tiempo devocional personal. No importa lo que le llames mientras lo hagas de forma constante. El tiempo a solas con Dios no es otra cosa que una relación a diario mediante la Palabra y la oración. Es un tiempo que apartas deliberadamente para encontrarte con Él, con el fin de crecer en tu relación personal con el Señor, conocerlo, amarlo, servirlo, y llegar a ser más como Él.

“…POR TU VOLUNTAD… FUERON CREADAS” (Apocalipsis 4:11)

Tienes que saber lo siguiente:

1) Dios te creó para que tuvieras una relación personal con Él.

Te hizo para disfrutar de tu compañía todos los días. Tu actitud respecto al devocional diario se transformará cuando te des cuenta de que Él quiere pasar tiempo contigo, te espera, y te recibe con los brazos abiertos en Su presencia.

2) La Cruz es lo que hace posible esa relación.

Cuando Adán pecó, Dios lo expulsó del Huerto del Edén y colocó ángeles con espadas a la entrada para que los humanos nunca pudieran volver a entrar allí. Pero después hizo algo increíblemente maravilloso: tomó forma humana, vivió entre nosotros, murió en nuestro lugar y fue herido por la espada del juicio divino en la cruz, dándonos con ello un nuevo acceso a Su presencia. ¿No es algo maravilloso?
En el Antiguo Testamento únicamente un hombre, el Sumo Sacerdote, podía acceder al Lugar Santísimo. Y solo lo hacía una vez al año. Un velo muy grueso separaba a Dios de la gente. El pueblo esta estaba afuera, preguntándose cómo sonaría la voz de Dios, como sería sentir Su presencia y ver Su gloria. Pero solo el Sumo Sacerdote tenía esa experiencia. Sin embargo, cuando Jesús clamó en la cruz “¡Consumado es!” (Juan 19:30), la Biblia relata que “…el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:38). Entonces, como “sacerdotes para Dios” que somos, podemos llegar a Su presencia en cualquier momento y encontrarnos con Él(Apocalipsis 1:6). ¡Qué privilegio tan grande! La gracia lo hace posible. Y tu gratitud debería ser el imán que te atraiga a Dios todos los días.

“…FUE AL MONTE A ORAR, Y PASÓ LA NOCHE ORANDO…” (Lucas 6:12)

¿Por qué necesitas pasar tiempo con Dios todos los días? Porque Jesús lo hizo, y Él es tu ejemplo a seguir: “…Antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar” (Marcos 1:35 NTV). Sacamos tiempo para aquello que más valoramos, para la gente a quien más queremos, y para las cosas que más nos interesan y que nos resultan más gratificantes. Notemos que Jesús casi nunca oró por nadie en público. ¿Por qué? Porque había hecho todas sus plegarias de antemano. Todas las mañanas llenaba Su depósito espiritual para poder ir sacando de él a lo largo del día. Y cuanto más ocupado estaba más oraba. ¿Sabía Él algo que nosotros desconocemos? A Jesús no le costaba elegir entre las demandas de la gente o la voluntad de Su Padre. “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre…” (Juan 5:30).
¿Por qué fracasan a veces los líderes espirituales? Porque se quedan atrapados en la obra del Señor y descuidan su relación con Él. A través de la historia, toda persona usada grandemente por Dios fue un hombre o una mujer de oración. Martín Lutero comentó: “Tengo tanto que hacer que debo pasar las primeras tres horas de cada día orando”. La actividad incesante te agotará y te dejará vulnerable al ataque de satanás. En el tablón de anuncios de una iglesia había un letrero que decía:“Seis días sin oración te convierten en un cristiano débil”. Por lo tanto, cuanto más ocupado estés, más tiempo tendrás que pasar con Dios. O dicho de otra manera: si estás demasiado ocupado para pasar tiempo con Dios, ¡estás demasiado ocupado!

“…HE ATESORADO SUS PALABRAS MÁS QUE LA COMIDA DIARIA” (Job 23:12 NTV)

Tu tiempo diario a solas con el Señor es mucho más que una buena idea; es vital para su supervivencia espiritual y esencial para tu crecimiento y madurez espirituales. A lo mejor dices ‘Ya voy a la iglesia los domingos’. ¿Te imaginas lo que pasaría si solo comieras una vez por semana? El patriarca Job dijo: “…He atesorado Sus palabras más que la comida diaria” (Job 23:12 NTV). Pedro describe las Escrituras como “leche pura” (1 Pedro 2:2 LBLA), y el escritor de la carta a los Hebreos llamó a la palabra de Dios “alimento sólido” (Hebreos 5:14).
Tu tiempo devocional es también como un baño espiritual. Jesús dijo: “Ya vosotros estáis limpios por la Palabra que os he hablado” (Juan 15:3). Todas las mañanas te duchas para estar limpio y evitar los olores corporales. Es desagradable estar cerca de alguien que huele mal, y te arriesgas a ofenderlo si se lo dices. Pero si de verdad amas a la persona lo harás. Jesús dijo a Pedro: “…Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23).En resumidas cuentas, a menos que protejas tu tiempo a solas con Dios:
1) serás cortado del manantial de tu fortaleza, guía y sabiduría;
2) tu utilidad para Dios será limitada;
3) serás voluble en tu vida cristiana. Si tu excusa es ‘No tengo tiempo’, la realidad es que tienes 168 horas por semana, igual que todo el mundo.
Tu uso de ese tiempo está regido por la importancia que le das a ciertas cosas. Entonces, si crees que tener una relación estrecha con 

PRINCIPIO DE VIDA 10

Si es necesario, Dios moverá cielo y tierra para mostrarnos su voluntad.

    Dios sabe exactamente qué se requiere para captar nuestra atención.

Los tiene una gran variedad de métodos para ayudarnos a ver la situación

2 Crónicas  20.12
Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, y está comprometido a mostrarnos cómo seguir el plan específico que ha diseñado para cada uno de nosotros. Él quiere que vivamos pendientes de su voz, para oír lo que quiere que hagamos y cómo quiere que lo hagamos (Is 30.19–21).

Un espíritu intranquilo
Si empezamos a desviarnos del curso que Dios ha fijado para nosotros, Él tomará toda clase de medidas para captar nuestra atención y protegernos del peligro. Él tiene una gran variedad de métodos para ayudarnos a ver la situación, entre ellos:
  1. A veces Dios nos llama la atención quitándonos el sueño (Est 6). Si experimenta algún tipo de intranquilidad en lo profundo de su ser, o siente algo que no puede identificar, deténgase y ore: «Señor, ¿estás tratando de decirme algo?» Cada vez que Dios estuvo a punto de pasarme de una posición pastoral a otra, yo me sentí muy inquieto.
  2. Una palabra específica
    Dios también capta nuestra atención utilizando las palabras de otros. Fue el método que usó para darles un mensaje tanto al joven Samuel como al viejo sacerdote Elí (1 S 3.4–18). Si varias personas empiezan a decirle lo mismo en un lapso breve de tiempo, pregúntele al Señor si está tratando de hablarle a través de ellos.
  3. Una bendición inusual
    Dios puede darle alguna bendición inusual para llamar su atención. Por supuesto, si usted se considera una persona autosuficiente, el Señor probablemente usará otro método para que usted fije su atención en Él, pero recuerde que Él expresa su amor sin importar qué método utilice.
  4. Una oración no contestada
    A veces la respuesta de Dios a una oración es «no». A pesar de las oraciones de David para preservar la vida del bebé que concibió en adulterio, el niño murió (2 S 12.15–18). El Señor puede guardar silencio ante nuestras oraciones para que tomemos la iniciativa de examinar nuestro corazón.
  5. Una desilusión
    Cuando la nación de Israel desacató la instrucción divina de tomar posesión de la tierra prometida, Dios juzgó al pueblo por su incredulidad. Luego cambiaron de parecer y dijeron que ahora sí deseaban entrar a la tierra, pero el Señor les dijo que no, que ya era demasiado tarde (Nm 14). Dios captó su atención mediante el sentimiento de desilusión. De manera similar, el Señor puede permitir reveses que nos impidan trazar nuestro propio rumbo.
  6. DerrotasCircunstancias extraordinarias
    En algunas ocasiones Dios usará circunstancias inusuales para que nos detengamos a escuchar. Moisés vio una zarza ardiente que no se consumía. Cuando se acercó a investigar, el Señor le habló desde el fuego (Éx 3). Usted y yo debemos aprender a buscar la presencia de Dios en cada circunstancia de la vida. Él deja sus huellas y evidencias de su obra en todo lo que nos rodea.
  7. Dios puede usar la derrota para mostrarnos la verdad. Tras su victoria aplastante sobre Jericó, los israelitas abordaron una pequeña población con confianza de sobra, ignorando el mandato del Señor (Jos 7). Dios captó toda la atención de Josué al permitir que la nación sufriera una derrota vergonzosa. Este tipo de derrota puede convertirse en una piedra que nos permite dar otro paso hacia el éxito, si oramos: «Señor, ¿qué me estás diciendo? Ayúdame a ver cuál fue el error que cometí».
  8. Problemas económicos
    En el tiempo de los Jueces «cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jue 17.6) y la nación cayó en idolatría y desobediencia. Dios trajo juicio por medio de los madianitas, quienes devastaron el territorio. El pueblo clamó a Dios sólo cuando Él les quitó toda posesión material (Jue 6.3–6). Dios sabía con exactitud qué era necesario para llamarles la atención, y cuando ellos se volvieron a Él de corazón, Él los libró de sus opresores y los bendijo.
  9. Tragedias, enfermedades y aflicciones
    Debemos considerar nuestras tragedias y aflicciones como razones para preguntarle al Señor: «¿Qué estás tratando de decir?» Cuando el rey Ezequías se llenó de orgullo, Dios usó su enfermedad para alertarlo del problema (2 Cr 32.24). De modo similar, cuando Saulo de Tarso persiguió a los cristianos, Dios lo hirió con ceguera y así logró captar toda su atención (Hch 9.1–19).
Dios siempre sabe dónde nos encontramos en nuestro peregrinaje de fe, y sabe exactamente qué se requiere para llamarnos la atención. Por eso, esté alerta; note si alguno de estos métodos divinos ocurren (o son recurrentes) en su vida. Si lo son, pregúntele qué quiere decirle y dispóngase a escuchar, no para informarse, sino para obedecer.

Extraído de la Biblia Principios de Vida por Charles F. Stanley, ©

PRINCIPIO DE VIDA 9

Confiar en Dios quiere decir ver más allá de lo que podemos, hacia lo que Dios ve.

    A través de la fe, David vio lo que sus compatriotas no pudieron ver.

 A través de la fe, David vio lo que sus compatriotas no pudieron ver.

2 Reyes 6.17
Con su mirada clavada en los ojos de Goliat, desde el otro extremo del valle de Ela, David recordó las veces que Dios lo había librado del desastre total. Dios siempre le había dado la habilidad que necesitaba para triunfar. Ahora enfrentaba uno de los retos más grandes de su vida: un guerrero bien armado y hábil llamado Goliat.

El secreto del éxito de David fue su capacidad para confiar y obedecer a Dios. Si nada más hubiera visto el reto gigante que tenía por delante, se habría dado la vuelta para huir corriendo, como lo hicieron el resto de los israelitas. Pero a través de la fe, David vio lo que sus compatriotas no pudieron ver.
En algún momento, cada uno de nosotros enfrentará lo que parecen ser pruebas y dificultades gigantescas. Por eso debemos saber cómo responder a cada amenaza y apropiarnos de la clase de fe victoriosa que ve más allá de lo que podemos, hacia lo que Dios ve.
En tiempos de extrema presión, Dios ensancha nuestra fe y profundiza nuestra dependencia de Él. Sin una fe fuerte y constante, podemos ceder rápidamente a la tentación y el temor, en especial si la prueba o dificultad es intensa o prolongada. Dios desarrolló la confianza de David hasta que fue inconmovible.
Sea cual sea el Goliat que enfrente, hay una verdad que usted necesita arraigar en lo más profundo de su corazón: Dios le ama, y cuando usted deposita en Él su fe, Él le ayudará a triunfar. Tal vez pase por tiempos de fracaso, porque la vida no sale siempre como uno la planea, pero en últimas, Dios será glorificado y usted recibirá bendición.
Cada reto representa una oportunidad para que el Señor muestre su fidelidad y amor. En lugar de ceder a pensamientos de temor y fracaso, comprométase a confiar en Dios, aunque no sepa qué le deparará el día de mañana. Practique su fe y adiéstrese para ver más allá de lo que puede, hacia lo que Dios ve.
David cimentó su fe en la soberanía de Dios; por eso supo que no fallaría en su misión de conquistar al gigante filisteo.

Recuerde las victorias pasadas.
 David recordó cómo Dios lo había librado de las garras del león y las zarpas del oso (1 S 17.32–37). Las victorias espirituales se ganan primero en la mente. Si usted sucumbe a sentimientos de temor y duda, perderá. Si se enfoca en la verdad de la Palabra de Dios, ganará todas las veces.¿Cómo puede usted adquirir esa clase de fe?
  1. Rechace las palabras de desánimo. Nadie en el campo israelita animó a David en su iniciativa de derrotar a Goliat. Los soldados se rieron de él. Sus hermanos se sintieron avergonzados por su presencia y lo instaron a devolverse a su casa. Hasta el rey Saúl dudó de él. Si el joven hubiera hecho caso a tantos comentarios negativos, se habría dado por vencido. Lo que hizo más bien fue afianzar su corazón en el Señor, y en Él encontró el ánimo que necesitaba.
  2. Reconozca la naturaleza verdadera de la batalla. David entró a la batalla diciendo en alta voz estas palabras inolvidables, dirigidas a su arrogante rival: «de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos» (1 S 17.47). Qué forma tan victoriosa de decir: «¡Dios gana!»
  3. Responda al reto con una confesión positiva. David preguntó a los temerosos israelitas: «¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?» (1 S 17.26). Dijo a Saúl: «Jehová… me librará de la mano de este filisteo». A Goliat le dijo: «yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel» (1 S 17.37, 45). David declaró con firmeza su creencia, que no podía perder porque Dios estaba con él.
  4. Respáldese en el poder de Dios. David no necesitó una lanza o una jabalina para derrotar a Goliat. Sólo necesitó su fe y una honda de fabricación casera. «Sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza» (1 S 17.47). Dios proveyó la victoria, y Él recibió la gloria.
  5. Reclame la victoria. Antes de poner pie en el campo de batalla, David ya sabía que no iba a perder. Sabía que su reputación no estaba en juego, sino la de Dios. Sabía que ni su fuerza ni su astucia ganarían la batalla, sino el poder y la sabiduría de Dios.
Usted puede enfrentar cualquier circunstancia con seguridad y esperanza, pues su fortaleza, sabiduría, energía y poder no es lo que trae la victoria. El triunfo viene gracias a la intervención de Cristo, y cuando usted pone su confianza en Él, tiene acceso a una fuerza irresistible que nadie ni nada puede resistir con éxito.

PRINCIPIO DE VIDA 8

Libremos nuestras batallas de rodillas y siempre obtendremos la victoria.

    Crecemos en la fe al ejercerla.

La resistencia es la decisión de unirnos a la lucha contra el mal en oración.
2 Samuel 15.31
El término movimiento de resistencia describe situaciones en las que un pueblo oprimido se alza contra sus opresores. Los partidarios de la resistencia asumen esta postura: «No voy a quedarme de brazos cruzados y permitir que este mal continúe. Yo opto por resistir las injusticias. Sea que viva o muera por resistir a mi opresor, ya no viviré como lo he soportado hasta ahora».
La resistencia en oración es el método bíblico para confrontar y vencer al diablo. Pedro escribió: «al cual resistid firmes en la fe» (1 P 5.9). Santiago hizo eco de esta enseñanza: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Stg 4.7, 8). Tanto Pedro como Santiago dejan en claro que hemos de resistir activamente el mal perseverando en la oración.
En la superficie, la resistencia puede parecer pasiva. En la práctica, nunca lo es. Es una postura activa, intencional y firme.

La resistencia es ante todo la decisión firme de unirse a la lucha contra el mal en oración, en vez de ignorar el problema, ceder o retroceder. Tal resistencia requiere fuerza y valor. También demanda paciencia y perseverancia. Por eso Lucas incluye una parábola que nos enseña «sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar» (Lc 18.1).
Suponga que un objeto pesado ejerce presión contra usted y amenaza con quitarlo del puesto que le pertenece por derecho propio. ¿Cómo ejercería resistencia? Se reclinaría sobre el peso y haría presión contraria. La presión que usted ejerce sería igual o mayor a la presión ejercida contra usted. Esa es una postura de resistencia.
Pedro y Santiago apuntan a dos palabras indispensables para definir nuestra capacidad para resistir al diablo con nuestras oraciones: la fe y la sumisión a Dios.
Someternos a Dios es decir: «yo no puedo, pero Tú puedes». En nuestras oraciones del campo de batalla podríamos decir: «Señor, no puedo vencer al diablo por mi cuenta. Pero contigo, sí puedo». Esta es la postura del apóstol Pablo cuando dijo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil 4.13).
Santiago enseñó que el sometimiento se da cuando procuramos desarrollar una relación más estrecha con Dios. Al pasar tiempo con Dios, llegamos a conocerlo mejor y descubrir cómo quiere Él que venzamos el mal y experimentemos bendición.
Nos acercamos a Dios mediante la oración y pasando tiempo en su Palabra. Nos acercamos a Dios cuando apartamos tiempo única y exclusivamente para escucharlo y esperar hasta que recibamos de Él dirección y guía. Nos acercamos a Dios cuando nos aislamos periódicamente para eliminar todas las influencias que puedan distraernos de conocerle mejor. Cuanto mejor le conocemos, más vemos su poder asombroso, más experimentamos su inmenso amor, más aprendemos de su sabiduría y más crecemos en nuestra fe. Así llegamos a una convicción todavía mayor: «Sí, Dios puede vencer al diablo por mí. Sí, Dios ganará en cualquier conflicto con el diablo. Sí, Dios quiere que yo sea capaz de vencer a mi adversario y vivir en victoria en Cristo Jesús».

Crecemos en la fe al ejercerla, al confiar en Dios en situación tras situación, circunstancia tras circunstancia, y relación tras relación. Así desarrollamos una historia personal en la que obedecemos a Dios y Él permanece fiel en su cuidado amoroso de nosotros.
La fe es decirle a Dios: «yo creo que lo harás». En nuestra batalla para vencer al enemigo, podríamos orar así: «yo creo que Tú vencerás al enemigo y harás que huya de mí al resistirlo y poner en Ti mi confianza». Una y otra vez, David hizo esta declaración de fe al Señor: «Dios mío, en ti confío» (Sal 25.2; también 31.6; 55.23; 56.3; 143.8). La fe perfecta ve la batalla terminada y a Dios con la victoria ganada. Cuando David dijo «en ti confío», quiso dar a entender: «Está hecho. Señor, Tú eres perfecto por naturaleza y haces bien todas las cosas. Tú tienes victoria sobre todos mis enemigos». David tenía fe absoluta en la capacidad de Dios. Su convicción no daba ocasión para decir «espero que lo haga», porque David sabía que la victoria era una realidad.
Es imposible que usted pueda resistir durante mucho tiempo al diablo si no cree que Cristo Jesús, a través de usted, ya ha vencido y vencerá al enemigo. Además, usted sólo puede permanecer firme en su fe cuando se somete completamente a Dios en todas las áreas de su vida. Si se niega a someter un problema o área el Señor, está diciendo: «Yo puedo manejar esto. No necesito Tu ayuda». Eso es justamente lo que Satanás quiere que usted haga: confiar en sus facultades y no en Dios omnipotente. De hecho, en este asunto el enemigo concentrará su mayor ataque contra usted.
La buena noticia es que Dios nos ha dado a cada cual una medida de fe para desarrollar. También nos da la capacidad de confiar en Él y rendirle nuestras vidas. Podemos estar firmes y resistir al enemigo, pero sólo por el poder de Dios. Él es quien oye nuestras oraciones y corre en nuestra defensa. Cuando oramos, Satanás huye.

PRINCIPIO DE VIDA 7

Los momentos sombríos durarán solo el tiempo necesario para que Dios lleve a cabo su propósito en nosotros.

    Dios permite la adversidad para moldearnos y formarnos.

  La adversidad nos muestra la condición de nuestra fe.

1 Samuel 30.1–6
Si quiere lo mejor de Dios para su vida y desea ser usado por Él, en algún punto tendrá que recorrer el camino de la adversidad. Esto significa que Dios puede y está dispuesto a usar la adversidad en su vida para un buen propósito. Es triste que muchos vean la adversidad como algo negativo y derrotista. ¡Usted no tiene que ser uno de ellos!
Dios ha designado que la adversidad, sin importar cuál sea su fuente, se convierta en un punto decisivo que le permite a usted dar sus saltos más grandes en el crecimiento espiritual. Él permite que la adversidad permanezca en su vida únicamente hasta que cumpla su propósito en usted. No dejará que haga estragos ni se quede un segundo más de lo necesario.

La adversidad también nos muestra la condición de nuestra fe. ¿Dudamos de Dios? O ¿le agradecemos su fidelidad durante los tiempos difíciles y desgarradores? ¿Confiamos que Él nunca nos dejará ni nos desamparará? La adversidad es el medidor más preciso de nuestra fe porque revela nuestro nivel de resistencia. Ninguno de nosotros sabe cuánta dificultad puede soportar hasta que somos sometidos a prueba.
Algunas personas se dejan arrasar por las pruebas, mientras otras aprenden a mantenerse confiados en la fidelidad de Dios. Ellos tienen un sentido imperativo de estabilidad y fortaleza inamovible. Pueden soportar las tormentas, mantener la cabeza en alto, mostrarse confiados, mantener el denuedo y no desanimarse ante cualquier obstáculo que se presente. Sienten certeza absoluta de que Dios va a ayudarles a pasar la prueba del dolor y llegar al otro lado sanos, salvos y más gozosos y maduros que antes.
Ahora mismo, en la situación en que esté, recuerde esto: Dios ha fijado un límite a toda adversidad. Por cuanto usted es un hijo de Dios, el Espíritu Santo mora en su interior y sabe cuánto puede usted soportar. El salmista dijo: «Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová» (Sal 34.19). Además: «Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo» (Sal 103.13, 14).

Dios permite la adversidad para moldearnos y formarnos.

Si aprendemos y maduramos en medio de grandes adversidades, Dios se complace porque ve que su propósito se está cumpliendo en nosotros. Estamos creciendo espiritualmente, nos volvemos más fuertes en áreas de debilidad, y somos conformados cada vez más a la semejanza de Cristo. ¡Dios se deleita cuando reaccionamos bien a la adversidad!
Podemos aprender estos tres principios al enfrentar la adversidad:
  1. La adversidad es el instrumento predilecto de Dios para desarrollar un carácter piadoso, espiritual en nuestras vidas. Hasta que hayamos experimentado angustia, desilusión y dolor, no estaremos correctamente equipados para el servicio (2 Co 1.3–7). Él usa la adversidad para moldearnos y formarnos; nunca la permite sin un propósito.
  2. La adversidad por lo general ocurre en áreas donde nos sentimos más confiados. Dios quiere que nos quitemos la idea de que somos suficientes por nosotros mismos. Él nos creó para una relación de amor e intimidad con Él, y utiliza la adversidad para recordarnos que dependemos de Él para la vida misma.
  3. El propósito principal de Dios es conformarnos a la imagen de Jesús. A través de la adversidad, Dios desarrolla en nosotros el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gá 5.22, 23).
Dios también logra varias metas en nuestra vida al permitir el sufrimiento y el dolor. La adversidad…
  • nos llama la atención.
  • revela nuestros puntos débiles y fuertes.
  • aumenta nuestra aversión al pecado.
  • demuestra la fidelidad de Dios.
  • fortalece nuestra fe.
  • nos quita el orgullo y el egocentrismo.
  • nos prepara para servir en el futuro.
  • nos capacita para consolar a otros que la enfrentan.
A través de la adversidad, Dios le moldea hasta convertirle en un siervo maduro y eficaz. Si usted conoce a Cristo como su Salvador, Dios le ve como un santo que a veces lucha y otras veces cae, pero que ha sido justificado, redimido, perdonado y reconciliado con Él. Dios ve en usted una persona llena de su amor incondicional, lleno de su presencia, sellado por el Espíritu Santo de la promesa, y cuyo nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero. También ve todo su potencial, todo el bien que podría realizar para su reino. Por eso tenga ánimo, la adversidad no será algo permanente en su vida. Pero cuando esté presente, puede ser muy edificante si usted se dispone a confiar en Dios. Por lo tanto, aunque le toque pasar por algunos momentos sombríos, tenga la certeza de que Él alumbrará su camino y lo llevará a la luz. Y cuando lo haga, usted sabrá que todo valió la pena.

PRINCIPIO DE VIDA 6

Cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo.

    Hay cosechas que segamos rápidamente; otras tardan mucho tiempo.

Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará».

Jueces 2.1–4

Hoy se reproduce mañana. Lo que somos hoy es resultado de lo que hayamos pensado y como hayamos vivido en el pasado. Quienes actúan sabiamente hoy tendrán sabiduría en el futuro para tomar decisiones sabias. El mismo principio se aplica al área financiera. Aquellos que son sabios y ahorran en el presente, tendrán mañana en abundancia. Los que gastan hoy todo lo que tienen, tendrán muy poco o nada en el futuro. Es miope aquel que piensa nada más en el ahora y hace el menor esfuerzo posible, pues al llegar su día de pago tendrá una recompensa igualmente mediocre. La nación de Israel tuvo que aprender esta lección a un nivel muy personal. Su descarrío y su renuencia a seguir las instrucciones de Dios les dejó en una posición que no les permitió acceder a sus bendiciones.

Los agricultores entienden el significado de este principio: cosechamos aquello que sembramos, más de lo que sembramos y después de sembrarlo. Veamos cada parte del principio para asegurarnos de entender todo lo que implica.
El Señor da principios en las Escrituras que cumplen la función doble de advertirnos y alentarnos. Su Palabra dice: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gá 6.7). Esta es una ley inalterable que afecta a todas las personas en todas las áreas de la vida, la familia, el trabajo y el placer.
1. El principio se aplica a todos, tanto creyentes como incrédulos.
Este principio es irrevocable; nadie escapa sus consecuencias porque es una ley de la vida.
¿Nota cómo empieza Gálatas 6.7? Dice: «no os engañéis; Dios no puede ser, burlado». Esta es la causa del estilo de vida libertino e indulgente de muchos: se han engañado. Bien sea porque no creen la verdad, o piensan que de alguna manera son la excepción a la ley de Dios.
El que se atreve a burlarse de Dios cree que sabe más que Él. Tal necedad tiene consecuencias, como lo revela 2 Corintios 5.10: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo».
Si a usted le tocara comparecer ante el tribunal de Cristo dentro de cinco minutos, ¿qué clase de fruto podría mostrar?
2. Cosechamos lo que sembramos.
Segar lo que sembramos es buena noticia para aquellos que tienen buenos hábitos, pero es una idea espantosa para aquellos involucrados actualmente en actividades impías tales como promiscuidad, drogadicción, alcoholismo, abandono de hogar o maltrato a los demás en la escalera al éxito. No podemos sembrar malezas y esperar que produzcan manzanas. No podemos sembrar desobediencia a Dios y anticipar una cosecha de bendiciones. Lo que sembramos, eso cosechamos. No nos engañemos: segaremos la cosecha de nuestra vida.
3. Cosechamos más de lo que sembramos.
¿Por qué el labrador esparce su semilla? Porque espera cosechar mucho más de lo que sembró. Una sola semilla que germine puede producir docenas o hasta centenas de semillas más. El mismo principio se aplica al pecado y la rectitud: una pequeña decisión de hacer el bien o el mal produce una cosecha mucho más grande, de gozo o pena.

4. Cosechamos después de haber sembrado.
Jesús usó la imagen de la semilla que germina para mostrar que si dejamos que la Palabra de Dios produzca cosas buenas en nosotros, los resultados se multiplican: «Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno» (Mt 13.23). Al otro extremo, el profeta Oseas describe lo que les espera a quienes optan por desperdigar semillas de maldad: «sembraron viento, y torbellino segarán» (Os 8.7).
Algunos se engañan porque su semilla actual parece no producir una cosecha inmediata. Por eso no cambian sus hábitos, creyendo erradamente que nunca tendrán una cosecha. Pero a diferencia de las cosechas del campo, que se recogen cada año casi en la misma época, la cosecha de la vida no tiene una fecha en el calendario. Hay cosechas que segamos rápidamente; otras tardan mucho tiempo. Pero no nos engañemos, el tiempo de la siega llegará. Si decidimos esforzarnos y dar más que el requisito mínimo, cosecharemos más adelante ricos dividendos.
«Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará». Este pensamiento trae consuelo y seguridad a quienes se esfuerzan fielmente bajo circunstancias difíciles. La fidelidad en tales situaciones produciráuna cosecha abundante en el futuro, pues nuestro Padre celestial siempre cumple sus promesas.

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