Lectura: Mateo 5:43-48
En esta fase del ministerio de Jesús, Él ha trabajado en asuntos del corazón de la Ley. Le ha enseñado a sus discípulos a cómo vivir su fe de manera que venga del corazón. Les dijo:
El asunto no es el matar, si no el odio sin resolver y que se debe reconciliar con los demás.
El asunto no es el adulterio, si no el aprender a amar a los demás y no ser lujuriosos.
El asunto no es el divorcio, si no mantenerse fiel como Él es fiel.
El asunto no es el divorcio, si no mantenerse fiel como Él es fiel.
El asunto no es el juramento, si no ser una persona de palabra y seguir los compromisos.
El asunto no es la represalia o venganza, si no estar dispuestos a ir más allá y no juzgar.
El asunto no es la represalia o venganza, si no estar dispuestos a ir más allá y no juzgar.
El asunto no es odiar a sus enemigos, si no aprender a amar al enemigo, así como Jesús nos amó cuando éramos sus enemigos.
Jesús dijo: “Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo.” Jesús los llama a tener un estándar más alto de amor, deben amar aún a sus enemigos.
Jesús, sin embargo, nunca llama a sus discípulos a hacer algo que Él no hizo o nos modeló.
Colosenses 1: 21-22 dice:
“En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos.
Colosenses 1: 21-22 dice:
“En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos.
Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte.”
Romanos 5: 10-11 dice: “Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación.”
Estos versículos nos dicen que Jesús nos amó (sus enemigos), cuando estábamos lejos de Él. Romanos 5:8 dice: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”
El amor de Jesús es incompresible e inmerecido y más si pensamos en el amor que Él tiene por sus enemigos, de los cuales nosotros formábamos parte.
SL/ME
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